Hay que considerar que cada alimento tiene olor, sabor y consistencia particular. Las proteínas, por ejemplo, suelen ser más consistentes. Los vegetales pueden ofrecerse cocidos, aunque algunos pueden darse crudos. Lo mejor es que el bebé pruebe alimentos por un tiempo y después incorporarle poco a poco otro grupo. Frecuentemente, molemos las proteínas con algunas verduras y lo ofrecemos en papilla. Aunque esto no está mal, es mucho mejor que el bebé identifique por separado cada alimento y sus características para que se familiarice con él. Durante un mes puedes introducir un grupo de alimentos; al mes siguiente, aumenta la variedad de otro grupo, y así sucesivamente.